28 de mayo de 2014

¡Nuestro primer año!


Un día decidimos hacerle caso a la brisa y hoy hace un año nos bajamos de un auto con la cajuela llena de tiliches, cazuelas, ropa, uno que otro aparato y cosas con cierto valor sentimental; con los corazones palpitando fuertemente llenos también; pero de sueños, esperanzas, anhelos, miedos, nervios, desconcierto y hasta incertidumbre. Incertidumbre del porvenir, con una sensación de “¿que estoy haciendo aquí?”. Sin saber de qué viviríamos, que haríamos, donde viviríamos y hacia donde nos dirigíamos. Todo esto con una pequeña bebe de apenas 40 días de nacida, sin conocer esta ciudad, ni una sola persona, y ni siquiera haber venido de visita o de vacaciones. Pero llegamos. Llegamos hace un año pero pareciera que fue apenas ayer.

¡Nuestro primer año de vivir en playa del Carmen!

Nos aventuramos en este viaje que aún no ha parado rodeados de cenotes, arena y piramides, y a cómo va, no parara por un largo tiempo. Al igual que tantas personas decidimos convertirnos en turistas permanentes, en locales, en personas que aunque no nacimos aquí podemos decirnos Playences… Quintanarroenses por decisión. Que llegamos con un par de cajas y unos cuantos billetes en la bolsa.

O como bien se dice aquí “Playa o te adopta o te aborta” Y aunque mucho dicen que se necesitan 3 meses para saberlo, otros que 6 meses y otros que con el primer día es suficiente. Ese, tal vez sea un tema en disputa en el grupo “Soy playense” (el lugar de chisme y fuerte crítica local), pero todo esto es una realidad porque independientemente del tiempo, Playa del Carmen tiene carácter, un carácter que te hace sentir los reveces con fuerza, pero también te podría abrir las puertas de par en par. Es una ciudad celosa y cortante con los muchos de quienes llegamos. Si le caes bien todo se te acomoda, pero hay de ti si le caes mal… Porque en este cortito tiempo he conocido muchas personas que se tienen que regresar derechito por dónde venían con la cola entre las patas y la cabeza gacha.

Creo que el dicho está muy bien dicho, porque con sufrimiento, desvelo, y sudor puedes ser digno de ser llamado Playense. Ser adoptado o dolorosamente abortado. 

Lejos de la quinta, la 12 o la playa, este manicomio con vista al mar azul turquesa del caribe. Esta ciudad que crece a pasos agigantados y se tatúa en el corazón de cada persona que pisa la blanca arena de sus playas, este lugar lleno de hippies, rastas, extranjeros y ricachones de playacar, este lugar que podemos llamar hogar. 

Es Playita del Carmen, es nuestro hogar, es nuestra ciudad.





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