
Mexicanos, italianos, venezolanos, argentinos, ricos, pobres, hipsters, yoguis, empresarios; el millonario que se volvió hippie y el hippie que se volvió millonario. Los locales, una comunidad tan diversa que a primera vista no tiene mucho en común, pero hay algo en que todos coincidimos: somos quintanarroenses por decisión. "un manicomio con vista al mar" dicen, pero no estamos locos, somos un montón valientes que un dia agarraron sus maletas, respiraron hondo y se vinieron a la aventura; la aventura de invertir, de abrir un negocio, de llegar con docientos pesos en la bolsa, sin conocer a nadie y empezar de cero. no somos turistas, sobrevivimos a los seis meses de rigor en lo que Playa decide "si te adopta o te aborta". Sabemos que esto no es solo la doce con quinta, es la noche estrellada en Tulum, son los perros y los mosquitos; es la pizza, el fernet y el tikin-xic, las bicicletas; una langosta frente al mar turquesa y latas de atún en el huracán, los amigos que se convierten en familia. Nuestra versión del monje que vendió su ferrari para caminar por la selva. Nos hemos ganado el derecho de llamarle a esta nuestra casa, para hacerla crecer, protegerla y trabajarla. Nosotros, no un Dragon Mart. Dicen que no se puede protegerlo que no se conoce por eso nos toca a nosotros la tarea de cuidar. se acabo septihambre y ya no hay pretextos, nos toca a todos ponernos a trabajar.
Fuente: www.residente.mx

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